Aficionados entregados al Barça, y luciendo la camiseta con orgullo porque entre pasión y el bochorno no hay forma de desengancharse. la grada grada que se estimula con la salida del Real Madrid y le regala primera gran pitada a Cristiano Ronaldo, el que más desespera por su arrogancia y que más tarde cae en la provocación de Marcelo, un futbolista que no acaba de entender que el kárate es otro deporte, y como la afición siente la entrada del brasileño a Messi en sus propias carnes, le dedica cánticos racistas, el 'uhuhuh' tan poco elegante y que no debería repetirse nunca. Pero es que Marcelo se ha pasado, ha querido dejar fuera del partido a Leo y eso es difícil de aceptar.
Hace tanto calor y tantísima humedad que los madrileños lo pasan de pena. Ellos vienen de la ola de calor pero seco, que se aguanta mejor. Lo pasan mal porque saben que su 'madriz' ha dado todo lo que tiene y todo no es suficiente para doblegar a un Barça que físicamente aún está de pre-temporada.
El Camp Nou ruge con cada buena intención azulgrana y castiga con silbidos cualquier intento madridista, le dedica a Messi cánticos de super-héroe y se lanza al cuello de Iniesta para decirle que es adorable. En la grada miles de azulgrana soportan el calor ambiental enganchados a la camiseta con el '10' de Messi y muchos, muchísimos, enseñan la nueva, la que se compraron hace tres días, con el '4' a la espalda, la camiseta de Cesc. Ha venido toda la familia desde Arenys y cuando en el minuto 65, Cesc sale a calentar un 'no-se-qué' recorre el cuerpo de cada uno de ellos.
A Cesc se le quiere porque es uno de los nuestros, porque respira, sufre, siente como cualquiera de los que están en el campo con la camiseta azulgrana o comocualquiera de los miles de aficionados que no dejan de animar porque se lo están pasando bien. Se prepara Cesc para entrar, corre el 33 de la segunda mitad, Guardiola le da las últimas consignas, se moja la cabeza abundantemente y espera unos minutos, que se hacen eternos porque aunque Carles Naval le susurra palabras para tranquilizarlo, el Real Madrid empata. Adoran a Cesc y se nota porque cada pase del espectacular fichaje es ovacionado. Participa en el primer gol que celebra como azulgrana, se abraza a Messi cuando todo el estadio, absolutamente todo le rinde pleitesia.
El ambiente es de 'botellón' pero del sano, del que mezcla coca-cola con el bocata envuelto en papel de plata, de chicas minifalderas que adoran a Piqué que van en pandilla y se encuentran de repente a los vecinos del cuarto, ellos siempre tan elegantes, 'tuneados' de aficionados, con las camisetas nuevas. Mucho chileno también. Enganchados, sí, por el sudor, la piel que no ha dejado de transpirar, pero enganchados aún más a un equipo que transmite siempre buenas sensaciones.
PERFECTO GOLEADOR COMO NADIE
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